19 jul 2010

Besugo

Che, tengo un plan.
- ¿A ver cuál, sabelotodo?
- Shhh, baja la voz que se escucha todo acá.
- Bueno, dale… a ver, largá, loco
- Vos le subís la bandeja con la comida, y le das charla hasta que se quede dormido.
- ¿Y de qué carajo se supone que le hable, eh?
- ¡Qué se yo!… Del mundial: qué cagada lo de Argentina; del Bailando por un sueño: que qué huevón Fort, que qué ojete tiene Pampita; de los putos que se ahora se quieren casar.
- ¿Vos me estás cargando, chabón?
- ¿Qué tiene de malo? Si todos se enganchan con esas pelotudeces. Y más los viejos. Y vos tenés pelotudeces de sobra en esa cabeza podrida tuya.
- ¡Callate! Dejá de decir pavadas.
- ¡Ah, guarda, que ahora el señorito se hace el inteligente, el intelectual! ¡Andá!
- Bueno, vivo de América… Entonces llevale VOS la comida, y hablale VOS del culo de Pampita. Al fin y al cabo, es TU abuelo, no el mío, chabón.
- ¡Por eso, boludo! Vos vas onda de anzuelo, y yo entro después…
- ¿Después cuándo?
- Después cuando se duerma. ¿Estás sordo, che? ¿No escuchaste lo que te acabo de decir?
- ¿Y cómo estás taaan seguro de que se va a quedar dormido inmediatamente después de comer?
- ¿Vos sos imbécil o te hacés? No viste el calor de mierda que hace en este pueblo del orto. El viejo come el pollito hervido y las verduritas que le prepara Mari. Y después se duerme una siesta así de toque. En un abrir y cerrar de ojos.
- ¿Cuánto es de toque? Porque yo no se cuánto tiempo le pueda dar charla de fútbol, de Tinelli, de los putos… ¡que se me agotan los temas rápidos, chabón! ¡No estoy para el programa de Rial, che!
- Vos dejalo que morfe tranquilo y dale charla que se cansa rápido. Unos diez o quince minutos. Y se te queda dormido como un bebé.
- ¿Y si no me quiere hablar? ¿Y si me dice que salga de la pieza? ¿Y si sospecha algo? ¿Entonces qué, eh?
- Te va a hablar, tranquilo. Si hasta habla con las paredes el viejo. Después se cansa de darle a la lengua y empieza a roncar. Llevale un faso para que se fume después de comer.
- No tengo ninguno, chabón ¿O no te acordás que te los fumaste vos ayer? Me bajaste todo el atado, vivo. Y ni un peso pusiste.
- ¿Querés que vayamos a comprar fasos y birra, eh? ¿Querés o no?
- Sí, obvio, boludo. Que no se aguanta más estar metido entre estas cuatro paredes con 40 grados a la sombra ¡Que esto parece el infierno! Salvo por la puta de tu prima que se pasea en bolas por la casa.
- ¡Callate, pajero! Deja de boludear y hacé lo que te digo, ¿querés?
- ¿Y vos qué, a ver? ¿Vos qué?
- Yo te espero en la pieza de al lado. Cuando vos dejas de hablar, me meto y…
- Mejor te tiro una palabra clave ni bien vea que se quedó palmado. Y ahí entrás.
- ¡Al fin! Algo tenés en esa cabezota tuya. Tantas pajas en tu vida por no ponerla no te hicieron nada mal, eh. ¡¿Qué me cuentan?!
- ¡Callate, boludo! Cómo si vos la pusieras siempre. ¿Qué te parece si digo ehh… “besugo”? Digo “besugo” así de fuerte, y vos entrás a la pieza.
- ¿”Besugo”? !¿Cómo carajo vas a meter la palabra “besugo” en una charla de fútbol y tetas?! ¡Vos sí que estás fumado, chabón!
- ¡Por eso mismo! No hay posibilidades de fallar. No va a sospechar nada. “Besugo” no falla, ¿entendés? Lo digo y vos entrás. Y, bueno… ahí dejo todo en tus manos, sabelotodo.
- Bueno, dale. Total ya estamos jugados. Andá a la cocina y decile a Mari que te prepare la comida y le subís la bandeja que el viejo ya debe estar quejándose.
- Dale. Y vos subís después. Mirá que espero quince minutos como máximo, eh. Porque si me sale con esto de ponerle la chata o que se yo qué mierda más, salgo disparado, eh.
- Boludo, no se está muriendo. Está mejor que vos y yo juntos. Andá, dale. Subí. Y acordate: “besugo”.
- Sí, “besugo”…

- Y abuelo, ¿cómo andamos hoy? ¡Mire qué día tan lindo! (Aunque haga un calor de puta madre). ¿Y este olorcito? Mmm… mire qué rico el pollito con verduras que le preparó la Mari. ¿Y qué me dice de la Francese y su culo, que se fueron del Bailando, eh?
- Escuchame, pibe. Decile al boludo de tu amigo, sí… al má fan culo de mi nieto, que si está pensando en sacarme las llaves del Torino que se vaya olvidando, eh. Qué mirá que con este cuchillito les corto a los dos los diez deditos de principiantes, esos veinte dedidos de boluditos, y me los mando, eh ¿Me hacés el favor? Andá y decile, ¿querés?

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